Solté
un suspiro sin querer y el viejo librero levantó la vista de su libro y me miró
sorprendido antes de subirse las gafas.
…
En el
libro envuelto también en papel naranja que yo apretaba contra mi pecho como si
fuera un valioso tesoro aparecía ya en primera página una frase que me
desconcertó, me intrigó, me electrizó.
La
historia que quisiera contar comienza con una sonrisa.
Y acaba en un pequeño
restaurante con el sugerente nombre
Le Temps des Cerises, que se encuentra en
Saint-Germain-des-Près,
allí donde late el corazón de París.
...
Estimado Robert Miller:
Esta
noche me ha quitado usted el sueño y quiero darle las gracias por ello. Acabo
de leer su libro La sonrisa de las mujeres. ¿Qué digo leer? He devorado esta
novela tan maravillosa que cayó en mis manos por casualidad ayer por la tarde
(se puede decir que cuando huía de la policía) en una pequeña librería. Con
esto quiero decir que no buscaba su libro. Mi gran pasión es la cocina., no la
lectura. Normalmente. Pero su libro me ha encantado, me ha entusiasmado, me ha
hecho reír, y es sencillo y está lleno de sabiduría al mismo tiempo. En una
palabra: su libro me hizo feliz un día en el que yo me sentía más desgraciada
que nunca (penas de amor, visión pesimista de la vida), y el hecho de que yo
encontrara su libro justo en ese momento (¿o fue su libro el que me encontró a
mí?) fue para mí una suerte.
Es posible que todo esto le resulte muy
extraño, pero cuando leí la primera frase supe que esa novela iba a significar
mucho para mí. No creo en las casualidades.
Estimado Monsieur Miller, antes que piense
que soy una loca debe saber un par de cosas.
El Temps des Cerises que aparece varias veces
en su libro y que usted describe con tanto cariño es mi restaurante. Y su
Sophie soy yo. La similitud es sorprendente, y si observa la foto que le
adjunto entenderá a qué me refiero.
No sé cómo encaja todo esto, pero me pregunto
si nos hemos visto alguna vez. No lo recuerdo. Usted es un escritor inglés de
éxito, yo una cocinera francesa de un restaurante no muy conocido de París.
¿Dónde han podido cruzarse nuestros caminos?
Cómo podrá comprender, todas estas “casualidades”,
que de algún modo no pueden ser tales, no me dejan tranquila.
Le escribo con la esperanza de que usted
pueda darme alguna explicación. Por desgracia, no tengo su dirección y sólo
puedo ponerme en contacto con usted a través de la editorial. Para mí sería un
honor poder invitar a una comida preparada por mí en Le Temps des Cerises al
hombre que escribe libros así y al que considero que debo tanto.
Según deduzco de la reseña sobre usted que
aparece en el libro (y también de su novela), usted adora París, y he pensado
que a lo mejor viene por aquí con frecuencia. Me encantaría que pudiéramos
conocernos personalmente. Y a lo mejor se desvelas algunos enigmas.
Supongo que desde que ha escrito su libro
recibirá muchas cartas de admiración y que no tendrá tiempo de contestar a
todos sus lectores. Pero yo no soy un lector cualquiera, en eso tiene que
creerme. La sonrisa de las mujeres ha sido un libro muy especial para mí en
todos los sentidos. Y es una mezcla de profunda gratitud, gran admiración e
impaciente curiosidad lo que me ha hecho escribirle esta carta. Me alegraría
mucho recibir una respuesta por su parte, y me encantaría que aceptara la
invitación a cenar Le Temps des Cerses.
Con mis más cordiales saludos.
Aurélie Bredin
PD: la primera vez que escribo a un autor. Y tampoco
suelo invitar a desconocidos a comer
, pero creo que mi carta estará en buenas manos con usted, a quien considero
como un gentelman inglés.