BUBONIS

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viernes, 17 de agosto de 2012

CASTILLO DE NAIPES


LUGAR LLAMADO HAPPYBIRDY, ISLAS BRITÁNICAS, 50 GRADOS NORTE, 65 GRADOS OESTE.
UN HERMOSO DÍA DE VERANO, BAJO UN SOL DORADO.

Castillo de naipes


Los cuatro personajes con los que debía reunirme ese día apenas tenían tiempo para mí.
                   Estaban enfrascados, desde hacía ya años, en una partida de cartas.


- ¡As de picas! -gritaba uno.
-¡Diez de corazones! -replicaba otro lanzando su carta.
-¡Trébol, trébol y diamante! -gruñía un tercero.
-¡Diez, valet, dama y rey! ¿Quién da más? -exultaba el último.


Durante un tiempo presencié su endiablada partida sin que ninguno me hiciera caso.
Las cartas se amontonaban, agrandando el edificio.
Escaleras de cartas, barajas enteras que no eran más que el resultado
de todas las partidas jugadas.
A veces, una parte de la construcción se derrumbaba y dejaba hueco
para una nueva torre, otro calabozo o una almena de papel cuché. 
Aprovechando el momento en que uno de los jugadores repartía cartas, 
he conseguido sacarles unas cuantas indicaciones.
Estaba claro que ninguno estaba dispuesto a dejar la partida,
y que cuanto más durabamás ganas tenían de ganarla.

-Vuelva usted dentro de unos años -me dijo uno de ellos-,
para entonces, seguro que ya habré ganado.

Me fui de allí andando con precaución y conteniendo el aliento, por miedo a que se derrumbase algunas de las múltiples piezas del castillo de naipes, también llamado cabaña de la baraja.

Nunca debería haber aceptado jugar con ellos, estoy seguro de que han hechoo trampas.
He perdido todas mis semillas.



Del libro, Semillas de Cabañas, de Philippe Lechermeier, Ed. Edelvives


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