Cristo es el camino y la puerta. Cristo es la escalera y el vehículo. Es el propiciatorio colocado sobre el arca de Dios. Es "el misterio escondido desde siglos". Quien se dirige a este propiciatorio con entrega absoluta y pone su mirada en el Señor crucificado mediante la fe, la esperanza, la caridad, la devoción, la admiración, el gozo, el amor, la alabanza y el júbilo del corazón, realiza con él la Pascua, es decir, el paso... Mas, para que este paso sea perfecto, es necesario que, suspendiendo la actividad intelectual, todo el afecto del corazón se transforme y dirija totalmente a Dios (San Buenaventura)
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