BUBONIS

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martes, 24 de noviembre de 2009

HELEN BEATRIX POTTER

El conejo Pedro o Peter Rabbit nació de la imaginación y la mano de Helen Beatrix Potter.

Helen Beatrix Potter que pasó a la historia como la creadora de un universo maravilloso de animales antropomorfizados, fue también una protoecologista.

Nacida a mediados de 1866 y criada en una familia típicamente victoriana, de clase media alta, vivió en una enorme casa con un parque inmenso, rodeada de criados, institutrices, una madre dedicada a la vida social y un padre complaciente, abogado y amante de la fotografía, en Kensington, Inglaterra. Cuando tenía seis años, nació Bertram, su hermano, con quien compartió sus juegos. Juntos comenzaron a amar y estudiar la naturaleza, coleccionaban animales y plantas que luego observaban hasta el cansancio.
Cuando Bertram alcanza la edad para ser instruído en un colegio, cosa que no le correspondía a Beatrix, por ser mujer, ella queda en casa con una institutriz que la alienta a leer y le enseña música y arte. Seguramente en ese momento, gracias a esta influencia y a un talento y una inquietud propias, es cuando Beatrix deja de ser una persona más en este mundo y comienza a escribir la historia que la hará famosa.
A pesar de que su vida parece situarse en un entorno bucólico y feliz, si indagamos un poco, veremos que la vida no fue fácil para Beatrix. Ella no era una joven que aceptaría fácilmente la hipócrita rigidez de la moral victoriana.
Estaba dispuesta a que sus dibujos llegaran a las niñas y niños pero también quería que le dieran independencia económica. Lo consiguió, en 1890, la editorial Hildeshlemer y Faulkner le compraría unos dibujos para ilustrar tarjetas de Navidad. Más o menos por esa misma fecha escribió la primera historia de “Pedro, el conejo travieso”. Lo hizo en una carta dirigida a los hijos de su institutriz y ese fue el comienzo… Pocos años después, Beatrix recordó esa historia y y pensó en publicarla tras reescribirla. La presentó a seis editores y fue rechazada por cada uno de ellos.

Como tenía sus propios recursos, decidió pagarse ella misma una edición limitada a su gusto. Fueron 250 ejemplares en pequeño formato que fue un éxito entre amigos y conocidos. Poco después conoció al editor Frederick Warne, quien en 1902 lanzó una tirada de 8000 ejemplares que se agotaron de la noche a la mañana. (En los siguientes 88 años la editorial Frederick Warne and Co. realizó unas 300 reimpresiones, siempre con el mismo resultado: agotadas).
Beatrix se implicó en todo el proceso de producción de sus libros, supervisaba las pruebas de imprenta, los colores y las traducciones al francés.
Como una visionaria del merchandising en 1903 produjo y patentó el Peter Rabbit de juguete, del cual recibió muchos réditos. Creo, sin embargo que nunca se hubiera imaginado hasta qué punto sus personajes estarían presentes en los objetos más insólitos.
Beatrix se estaba convirtiendo en una mujer rica. En 1905 y con seis libros publicados, compró una granja en Near Sawrey, donde se dedicó a escribir y crear más animales y más historias.
Pero para entonces, estaba enamorada de Norman Warne, el más pequeño de la familia de sus editores. Y él de ella, pero, a pesar de tener 37 años sus padres se opusieron a ese matrimonio por considerarlo poco apropiado. Ella estaba dispuesta a no hacer caso al deseo de sus padres, pero un enfermedad brutal se lo llevó de este mundo en pocas semanas.
Beatrix quedó desolada, se recluyó en su granja y en sus animalitos y sus historias más que nunca.
Durante los años que siguieron, y bajo el consejo del abogado William Heelis (con quien se casó en 1912 a los 47 años y nuevamente contra la volutad de los padres), continuó comprando enormes extensiones de tierra y dedicándose cada vez más a la crianza de animales.

Ese matrimonio determinó un giro fundamental en su vida. Se convierte en una criadora especializada en ovejas Herdwick y se convirtió en la primera mujer presidenta de la Asociación de Criadores de Ovejas Herdwick en 1930. Su deseo de adquirir tierras no sólo era por una cuestión de negocios, Beatrix sabía que la creciente industrialización y el turismo depredador eran un peligro latente para esas tierras y estaba fascinada con la idea de presevación de la naturaleza que le había transmitido Canon Rawnsley, un conservacionista de la región de los Lagos que fue cofundador de Patrimonio Nacional.

Por toda esta actividad y un creciente problema de visión se fue alejando de la escritura. Beatrix escribió 23 libros. Fueron publicados en pequeño formato, fácil de manejar y leer por los niños. Dejó de escribir alrededor de 1920 debido a su mala visión, aunque su última obra, The Tale of Little Pig Robinson, se publicó en 1930.
Cuando muere, en 1943 (el 22 de diciembre), lega Hill Top y todas las granjas vecinas (unos 4000 acres) al National Trust, contribuyendo así a la creación del Parque Nacional de Lake District. En la actualidad su casa se conserva tal como ella la dejó para recibir a los posibles visitantes.

Una curiosidad para conocerla más:
A los 16 años, durante una temporada de verano en el lago Windermere –en el Distrito de los Lagos, que luego la contaría entre sus habitantes permanentes–, Beatrix conoció al cartero del pueblo, Charlie Macintosh, y descubrió que ambos sentían la misma pasión por los líquenes y los hongos. Al volver a Londres, la relación no se enfrió, pero sí cambió levemente de forma: Charlie le hacía llegar paquetes rellenos de paja que envolvía, claro está, muestras de hongos para que ella estudiara y dibujara. Ella hacía las tareas con pasión, observaba y anotaba, dibujaba y teorizaba, hasta que, con ayuda de su tío Sir Henry Roscoe, se decidió a presentar ante el Real Jardín Botánico de Kew su hipótesis sobre la manera de criar esporas. Su pasión se estrellaría contra la rigidez de una sociedad machista: las mujeres no tenían la entrada permitida a este tipo de instituciones.No hubo caso, las autoridades de la institución no tenían entre sus planes abrirle las puertas. Insistió, y elaboró su disertación Sobre la germinación de las esporas de los agáricos con la idea de exponerla en la Sociedad Linnean el 1° de abril de 1897. Inconveniente: las mujeres no tenían permitida la entrada a las conferencias. Por lo tanto, otra persona debió hacerlo en su lugar, pero de todas maneras su teoría no tuvo mayor trascendencia. Sin embargo, la botánica ratificó a posteriori que sus descubrimientos no estaban errados.


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