BUBONIS

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viernes, 26 de julio de 2013

HELENA Y LILA



En un stand de la Feria de libro infantil y juvenil una nena como de seis años toma un libro y se sienta en el suelo. La madre le pide que se levante, que vamos, le dice. La nena cierra la portada y casi asustada al ver que sus familiares se alejan deja el libro en el estante. Que pena, pienso. Dos días después, un nene está muy decidido a llevarse un libro. Su mamá logra convencerlo de que mejor será llevar otro y, casi sin esperar al nene, lo paga y lo pone bajo su brazo. A veces las madres se equivocan, o no logran ver que lo mejor para sus hijos, es exactamente aquello que sus hijos piensan será lo mejor para ellos.
El premio consuelo llega con el tiempo. Los chicos, antes o después, van a elegir. Eligirán mascotas, libros, amigos. Hacer la tarea o jugar. Volar o caminar a ras del suelo.
*
Apenas abro Helena y Lilla me invade el olor a tinta. Tiene olor a nuevo. Fue impreso hace apenas unas semanas atrás para aterrizar en la Feria infantil y juvenil de Buenos Aires. La autora es Virginia Piñon y cuenta la historia de una nena que tiene una mascota. La nena tiene muchas mascotas a las que el relato describe por sus características más comunes, pero existe una que es su preferida. La mascota de la protagonista es especial y original: una polilla.
Las polillas son diminutas. Cuando no están heridas, vuelan. Lilla le roba el corazón a Helena, una nena capaz de ver belleza en un ser incoloro. El encanto proviene de la simpleza con que la niña valora al ser que devora las lanas de la ropa, las sábanas y toallas de la casa. La pequeña mascota tiene aquello que la protagonista del cuento añora con toda su vida: alas.
Pero Helena no podía dejar de mirar a la polilla: era adorable.
Con esas alas casi perfectas…
“Una mariposa desteñida”, pensó.

Entonces descubrió que no podía volar.
Tenía un ala lastimada.
“Hay que cuidarla”, se dijo.
Y no le importaba lo que su madre pudiera pensar.
Ella iba a proteger a su nueva amiga, a Lilla.
Helena sabe que alimentar a su nueva mascota le podría generar un dolor de cabeza a la madre y la madre no acepta las polillas: tiene venenos y está próxima a usarlos. Helena, quiere volar como la polilla. pero se cae a cada intento. Con el correr de los días, varias prendas de ropa de la casa son devoradas por la mascota urgente de hambre. Las protesta no tardan en llegar:
-Es mi mamá! – se asustó Helena.
-Y mirando a un lado y a otro, trató de pensar en algo…
Entonces tomó a Lilla de las alas.
-Shhh… No tengas miedo – le dijo, y la ocultó dentro de su boca.

La madre abrió la puerta.
Ahí estaban su vestido rojo
y también el verde,
y su colección de camisas…

Todo lleno de agujeros.
La nena del cuento, con hilo y aguja en mano, repara junto a su madre los rastros del hambre de su pequeña mascota. Pero un efecto mágico se apodera del alma de Helena y lo imposible se vuelve real. Las imágenes logran el clima de fantasía en el que la niña y la polilla comparten los sueños. El espacio exacto en donde todo es posible.

Viginia Piñón es la ilustradora, su sitio:

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