BUBONIS

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domingo, 31 de enero de 2010

CUENTOS CLÁSICOS

De padres a hijos / Los adultos buscan repetir con los chicos sus primeras experiencias de lectura


Cuentos clásicos, con venta segura

En versiones originales o renovadas, relatos como Caperucita , Pinocho y El principito le ganan al marketing

Carla Melicci

Para LA NACION

Pasan los años, y ellos perduran en las vidrieras de todas las librerías. Aunque se modernizaron -pues vienen en diferentes formatos, en tres dimensiones, acompañados de rompecabezas y stickers para decorarlos-, los cuentos clásicos infantiles siguen teniendo garantía de venta.
Los tres cerditos , Robin Hood , Cenicienta , Blancanieves y Pinocho , entre ellos, sostienen su éxito frente a todo el merchandising cinematográfico y televisivo que impone sus personajes también en libros.
En un recorrido por varias librerías de la ciudad, LA NACION pudo comprobar, además, que son los preferidos de los abuelos y padres a la hora de iniciar a un chico en la literatura infantil y de empezar a armar sus propias bibliotecas. ¿Qué tienen en común estas historias, que a veces han sido criticadas por cierto nivel de truculencia o agresividad?
Para Jorge González, director comercial de Grupo Ilhsa -librerías Yenny y El Ateneo-, los mayores son los que generalmente compran clásicos a los niños. "Porque es una forma de volver a lo que en su momento nos dio placer, y a su vez intentamos que otro repita la experiencia y la comparta", comentó.
En la editorial Sigmar, que el año que viene cumplirá 70 años en la producción de libros infantiles y juveniles, definen un cuento clásico como aquel que se sobrepone al paso del tiempo.
"Son relatos que perduran en la memoria de los lectores; relatos que nos contaban nuestros abuelos o padres porque se los leyeron a ellos de pequeños. Al estar presentes en el imaginario de la gente, se convierten en un instrumento que les permite a los adultos compartir las vivencias de su infancia con los niños", aseveró Florencia Converso, responsable de Comunicación de la editorial. "Inevitablemente, se forja mediante esta práctica un vínculo emotivo muy fuerte, en el que grandes y chicos comparten el lenguaje de la infancia", comentó Converso.
Con otra mirada, el escritor de libros infantiles Ricardo Mariño afirmó no saber por qué la gente compra lo que compra.
"No es un problema literario; es una cuestión de mercado. Supongo que para la mayoría de la gente la primera asociación que se le dispara cuando piensa en libros para chicos es Caperucita y tres o cuatro títulos más, y que por eso se siguen vendiendo aún, o casi exclusivamente, en adaptaciones paupérrimas con las ilustraciones de Disney", afirmó Mariño. Sin embargo, el autor señaló: "Sí me resulta interesante la legítima perdurabilidad de esos argumentos. Que sobrevivan historias como Hansel y Gretel , Robin Hood , El herrero y el diablo, o Alí Babá y los cuarenta ladrones y tantas otras se debe a que son historias deliciosas en lo argumental y potentes en cuanto a que tocan fibras profundas del sentido. No hay que olvidar que las metaforizaciones de lo más profundo de nuestra cultura están construidas con cuentitos populares como Edipo, Prometeo, el diluvio universal o Caín y Abel".

Actualización

Si bien los clásicos siguen siendo los mismos, las editoriales tratan de modernizarlos. "Sacan colecciones actualizadas y más pedagógicas. Hay muchos que parecen juguetes: traen rompecabezas para armar, para dibujar", comenta Miguel Abelleyro, asesor literario de la librería Peluffo, del barrio de Almagro, quien añade algo interesante: "Ahora son los chicos los que seleccionan su propia lectura. Los padres pueden no estar de acuerdo con el valor del libro, pero a la hora de elegir, eligen ellos".
En una librería del barrio del Abasto, Maxi, de 14 años, eligió llevarse El principito , de Antoine de Saint-Exupéry, en versión de bolsillo. "Mi madrina me ofreció comprarme algún libro y, como ya habíamos hablado sobre esta historia, me lo voy a llevar", comentó, mientras su madrina le seguía explicando que con El principito uno empieza a valorar la vida.
A su vez, existen versiones de cuentos clásicos "argentinizadas" y con argumentos más actuales. Por ejemplo, Caperucita Roja (tal como se la contaron a Jorge) , de Luis María Pescetti (Alfaguara), o Caperucita Roja del Noroeste , de Roberta Iannamico y Walter Carzón (Albatros).
Los argumentos también dan vida a nuevos relatos. Mariño comentó que en tres de sus cuentos tomó la matriz de algún cuento clásico. "En Cinthia Scoch y el lobo , la protagonista ocupa el lugar de Caperucita y se encuentra en el bosque con los chicos de la literatura infantil, abandonados por sus padres por falta de trabajo, como Pulgarcito y Hansel y Gretel, según la versión de los hermanos Grimm. En La giganta Blancanieves , reescribí la historia desde el punto de vista de uno de los enanos. Y en El genio del basural , reaparece la lámpara de Aladino en una villa miseria argentina", relató.


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