Antes de que muera el ángel, es decir, antes de que el crepúsculo convierta los colores en presentimientos, digo que tu amor es estrepitoso como una brisa.
Tardíamente te hiciste un corazón.
Ahora las ternuras llegan con urgencia porque es tanta y tan alta la hora de la noche que le tememos a la distancia como una quema de hadas.
Cuando se acabe esta música alguien dirá quién soy.
Isaías, 3, 2.
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