Al leer este artículo, recuerdo mis sesiones de terapia y lo terca que debí haberme comportado frente al terapeuta. Aún sigo con elecciones que no son las mejores y me cuesta mantenerlas.
Oxígeno / Diálogos del alma
La salida está siempre adelante
Por Sergio Sinay
LA NACIÓN, Noticias de Revista: Domingo 18 de abril de 2010
Publicado en edición impresa
Señor Sinay: Me inquietan las conductas repetitivas de muchas personas que sufren pero no pueden salir de eso. Les cuesta salir del dolor. Los seres humanos repetimos; hay un dicho según el cual "el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra". Los apegos hacen que repitamos, pero nos debemos preguntar por qué nos apegamos tanto al dolor, si sabemos que eso es malo. Observo a personas que no escuchan cómo salir del lugar del dolor, no recurren a ayuda de algún tipo o a la búsqueda de algún alivio espiritual. ¿Sienten cierto regocijo o creen que mostrarse así es más beneficioso para ellas? No lo sé, es mi gran incógnita. Ojalá buscaran salir del miedo a probar cosas nuevas. No van a sufrir más, no va a doler más, es un pequeño ejercicio para abandonar de a poquito el lugar doloroso, tal como un niño que da sus primeros pasos para caminar, se cae y vuelve a pararse hasta que vence sus temores. Debe de haber muchos tratados acerca de esto; yo sólo puedo hablar de cómo salí, con mucho trabajo interno. Marta Navarro
En los años cincuenta del siglo anterior, una publicación de interés general encuestó a casi un centenar de personas prominentes que no estaban vinculadas a la psicología. Había una pregunta única: "¿A qué llama usted neurosis?". Albert Einstein, tan genial en la física como en ciertas miradas sobre la vida, respondió así: "Neurosis es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes". Acaso las personas cuyas conductas repetitivas inquietan a nuestra amiga Marta hayan quedado apegadas a esa inútil espera. Pero sería aventurado decir si lo hacen por compulsión o porque así se sienten mejor. Nadie, creo, se siente mejor en el dolor.
Es posible que estas actitudes hayan tenido su origen en un intento de lograr algo cuya necesidad era y es legítima: cariño, reconocimiento, escucha, una mirada, aprobación. Hay personas que han sufrido toda su vida en la tentativa de ser lo que otros (valiosos para ellos) les exigen que sean. Hay personas que se postergan repetidamente en el intento de ser tenidas en cuenta y valoradas. Existen quienes permanecen apegados a individuos, lugares, trabajos o situaciones en los que sólo encuentran decepción, frustración o descalificación, pero no se atreven a salir por temor a no encontrar afuera de allí lo que, definitivamente, no consiguen en donde están. Quizá quedaron atados a esa situación en un momento en el que realmente eran pequeños, frágiles y dependientes a tal punto que les resultaba imposible salir si no a riesgo de su propia vida o identidad. Y luego nunca tomaron conciencia de que ya habían crecido y podían empezar a buscar lo que necesitaban (necesidad legítima) en otras fuentes. Una de esas fuentes es el propio interior. Otras son presencias externas amorosas, apreciativas, capaces de validar.
No es, entonces, ni desde el simple voluntarismo ni desde una nueva invalidación como se sale de los espacios de sufrimiento, aunque, con la mejor intención, muchos intenten ayudar así a quienes están empantanados. Se trata de entender primero que no siempre las necesidades e intenciones legítimas están atendidas del modo que requieren. Y de aprender, después, nuevos caminos para resolverlas. Giorgio Nardone, que dirige en Arezzo, Italia, el Instituto de Terapias Estratégicas, ha reflexionado larga y profundamente sobre estos aprendizajes, y pone en práctica sus conclusiones con quienes acuden a su institución. Autor de No hay noche que no vea el día, Miedo, pánico y fobias y Corrígeme si me equivoco , entre otras obras, Nardone dice (entrevistado por el psicoterapeuta catalán Rafael Santandreu en el libro Escuela de felicidad ) que, aun cuando las situaciones que nos inmovilizan puedan tener su raíz en el ayer, "nosotros tememos al futuro, nunca al pasado". De ahí la inmovilidad. "En el pasado sucedieron cosas que nos marcaron, pero el problema sigue estando en la vida por vivir. La solución consiste en encontrar un nuevo punto de vista lógico para ver la realidad ahora." Quizás un punto de partida para abordar el futuro temido consista en sincerar el pasado, dejar de intentar transformarlo, poner los puntos sobre las íes para desapegarse de él. Porque puede ocurrir que la paralización en lo doloroso sea producto del temor a que haya un "castigo" por salir del pasado. Sin embargo, cuando éste provoca más sufrimiento que fortaleza, adelante sólo espera una recompensa. Esta es la posibilidad de una vida propia.
Qué buen artículo!! Será que estoy de acuerdo con lo que dice ?? Esta frase:La solución consiste en encontrar un nuevo punto de vista lógico para ver la realidad ahora." es muy puntual en lo que pienso
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