- Miren, ¡allá está el gran búho de piedra! – casi gritó Matías.
- Shhh. ¡Silencio! – demandó el comisario.
La casa estaba abandonada. Tras la reja se podía ver dos enormes gatos manchados y uno amarillo más pequeño, un montón de malezas y entre ellas, algunas latas oxidadas, varias macetas despintadas, una mecedora totalmente desvencijada….
El comisario forzó la puerta de hierro y entraron. La abuela avanzó decidida, abrió una persiana de madera y se introdujo en la casa. Buscaba la entrada del sótano. Pero fue una decepción, pues era evidente que no había sido abierta en años. Subsuelo, por lo tanto, no era una de las claves. Siguió revisando y finalmente, en la vieja parrilla descubrió una caja de latón con un dibujo del dios Neptuno.
- No será del subsuelo –comentó la anciana-, pero sin duda es submarino.
En efecto, dentro de la lata había un segundo mensaje, también en clave:
“No se ponga nauseabunda
Si la casa es furibundo
Deje de estar donde abunda,
¡y al grano, meditabundo!
- ¡Es verdad! Gritaron a un mismo tiempo Matías y el comisario.
Regresaron rápidamente al auto porque el tiempo estaba por expirar. Mientras viajaban, Matías hizo un recuento de lo que tenía en los bolsillos. Todo buen detective debe saber con lo que cuenta., en caso de necesidad.
De "Antografía", de 5º E.G.B. Ed. Puerto de Palos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario