Sorprende que las miradas al pasado superen muchas veces la perspectiva del tiempo real y lo de ayer parece que se corresponde en realidad con lo de antaño. En contra de todo pronóstico, se llenó hoy el tiempo de llovizna tierna, alterada a veces por el canto estridente de los mirlos y el olor a abrigos mojados. Los cristales detrás de la niebla que le da a las tardes de domingo ese deseo vago de nostalgia, son un escaparate magnifico para destejer el tiempo, recorrer los senderos del pasado y despertar, a modo de catarsis, todas las sensaciones vitales de los sentimientos. Como un salvavidas que nos protege de los malos presagios y nos trae la calma, después que se logra sobrevivir a una tormenta. En medio de tanta agitación es difícil evitar las miradas de alianza que nos llenan de júbilo en un segundo, que se cruzan en el tiempo implacable para rescatarnos del destierro y la ausencia que se hacen intolerables y que cuestan más que todos los amaneceres.
El pasado está lejos
como una luz borrosa
de ecos silenciosos
como una lenta sombra
entre abismos ciegos
perdidos entre el tiempo
de un amor mendigo
cosido a cicatrices
que movió las alas
agarrado a un suspiro
De "Burbujas de Pensamientos"
Vestiste tu espacio de una manera algo melancólica,pero tan bonita que hasta me parecía tocar la llovizna.
ResponderEliminarNo hay duda de que una tarde así incita a escoger ese álbum de recuerdos e ir repasándolos tras los cristales.
Muy bueno, Beatriz