Hay un día en que la sed del hombre da con el agua justa y el exacto manantial.
Un día sabré bien dónde está la fuente aunque sea de noche.
La tragedia es lúcida pero tiene final.
Ese día no llega nunca y por eso está permitido seguir esperándolo.
Lo único que está vedado, mientras tanto, es darse cuenta de que es mucho más fácil quedarse a la mitad del camino, pensar que no llegará.
Daniel Herrendorf
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