El amor nos libera del sufrimiento. Sófocles.
Del libro: "La Inteligencia del Alma, 144 avenidas neuronales hacia el Yo Profundo", de José María Doria.
Cuando en nuestra vida no hay amor, vivimos encapsulados dentro de un ego ávido de adquisiciones y complacencias. Un camino que convierte la vida en algo más parecido a una lucha entre hermanos que a una oportunidad de compartir la aventura de la existencia. Cuando no hay amor, se instala un yo superviviente que deambula febril en la selva de las vallas publicitarias. Un yo que se ve obligado a perder su inocencia y aprender a depredar, mientras sorteando obstáculos, muerde y escapa. Se trata de una vida que discurre entre el miedo y el deseo, huyendo hacia delante, al tiempo que se intuye la llegada de un mundo nuevo en el que el corazón se abre y calienta.
A mayor presencia del miedo, menor presencia del amor nos asalta. El miedo busca seguridad y nos impulsa a calmar una sed ansiosa, aunque sea con agua salada. Un agua que, al igual que el dinero, por más que se gane, nunca basta. La seguridad que uno busca no se encuentra en refugios atómicos, ni en los grandes hospitales, ni en las cuentas bancarias. Muchas personas con patrimonios inabarcables que no pueden gastar en toda una vida, padecen el programa neurótico de soledad y carencia. La seguridad es un estado de conciencia que se alcanza en la medida que cultivamos el jardín de nuestra mente y ejercemos la acción justa y generosa. Acciones que priman el servicio desinteresado que, sin pretenderlo, nos hace merecedores de la paz en el alma.
El amor es un manantial de vida que se cultiva, tanto en los espacios de silencio, como en el compartir nuestra intimidad sincera. El amor es un estado de atención sostenida que se despierta viviendo el presente, contemplando la belleza y permitiendo aflorar la compasión que abraza. Un estado en el que, cada mañana, al levantar el alba y sin dejar todavía la cama, uno se pregunta “¿quién soy?”, y en respuesta el Testigo emerge, el Observador del pensamiento se revela y, desde este momento, el propio ego “tocado por la consciencia” busca sentido a las vivencias de la jornada. ¿Para qué estoy vivo?, ¿cuál es el propósito de mi existencia? Buscando las respuestas, uno realiza que la forma más estable de goce llega cuando damos vida a la vida y ejercitamos el respeto, allí donde ésta señala. Unas veces será un rostro contraído que está pidiendo paz y calma, otras será alguien que nada pide, tan sólo compañía y basta.
Amor es el pasaporte que tiene la existencia para trascender el egoísmo y soltar la prisión de la manipuladora máscara. No se trata de anular al ego, ni de negar el poder y utilidad de su eficacia. Se trata simplemente de observarlo, conocerlo y alinearlo dócilmente a los propósitos globales del alma.
¿Qué puede hacerse para sentir amor?, uno se pregunta, sabiéndose colonizado y contraído por el prosaico discurso de la supervivencia ¿Por qué, al parecer, unos pocos lo sienten y en cambio, otros viven tensos y endurecidos, apretando sus mandíbulas ante supuestas amenazas? Ante tales preguntas, uno respira... siente como fluye el aire en sus pulmones, entorna los ojos y espera. Al poco, un lúcido sosiego llega y nos abraza.
Unos piensan que es amor lo que sienten con sus hijos, otros llaman amor a la pasión alborozada, y otros lo experimentan también ante emociones estéticas sublimadas. Pero todos intuyen que el amor es una opción de lo Profundo que llegó en alguna noche estrellada en la que uno decidió mirar y... de pronto, sintió que la elección estaba consumada.
Hola Beatriz
ResponderEliminarTangencialmente a lo que comentás te envío algunas letras de una síntesis de “AMARSE CON LOS OJOS ABIERTOS” de Jorge Bucay y Silvia Salinas y “EL PODER DEL AHORA” de Ekhart Tolle.
Un beso - Franklin-
¿Por qué mientras estamos enamorados vemos tan maravilloso al otro ser?
Cuando uno se enamora, en realidad no ve al otro en su totalidad, sino que el otro funciona como una pantalla dónde el enamorado proyecta sus aspectos idealizados.
¿Es lo mismo el sentimiento que la pasión?
Los sentimientos a diferencia de las pasiones, son más duraderos y están anclados a la percepción de la realidad externa. La construcción del amor empieza cuando puedo ver al que tengo delante, cuando descubro al otro. Es allí cuando el amor reemplaza al enamoramiento.
Y ¿qué pasa más tarde?
Pasado ese momento inicial comienzan a salir a la luz mis peores aspectos que también se proyectan en el otro.
Amar a alguien es el desafío de deshacer aquellas proyecciones para relacionarme verdaderamente con el otro. Este proceso no es fácil pero es una de las cosas más hermosas que ocurren, tal vez porque supone una eficaz ayuda en nuestro crecimiento personal.
El verdadero amor existe cuando amamos por lo que sabemos que esa persona puede llegar a ser; no sólo por lo que es. Y volviendo al enamoramiento, éste a diferencia del amor es una relación conmigo mismo, aunque elija a determinada persona para proyectar lo que siento…
Enamorarse es amar las coincidencias. Amar es enamorarse de las diferencias. En realidad, el enamoramiento no es un sentimiento compartido porque aún no existe el sujeto con quien compartir. El enamoramiento es una locura gratuita y casi inevitable, técnicamente un cuadro delirante con exaltación maníaca. El amor, en cambio, es un producto cuerdo y costoso. Es más duradero y menos turbulento, pero hay que trabajar duro para sostenerlo.
Creo, igualmente, que el amor se siente en el alma. Que a pesar de que los años pasen, el enamoramiento tiene que seguir, porque uno admira al otro, pero uno puede compartir cosas profundas con el otro, que no son sacadas de la galera, sino naturales del otro. Uno puede sentir y ver la sonrisa verdadera del otro para con una y no, sentir que es una simple postura para mantener el enamoramiento. El enamoramiento se vive con el amor, a pesar de que se venga el día a día. Sorprender siempre al otro con un detalle, no material, un detalle que llene verdaderamente el alma, eso, sólo lo logra el enamorado sincero, llenar el corazón con una sonrisa verdadera, eso lo hace el enamorado eterno, el abrazo contenedor, eso se logra con amor de verdad. Es una cuestión de almas, como dice el texto: "¿Qué puede hacerse para sentir amor?, uno se pregunta, sabiéndose colonizado y contraído por el prosaico discurso de la supervivencia ¿Por qué, al parecer, unos pocos lo sienten y en cambio, otros viven tensos y endurecidos, apretando sus mandíbulas ante supuestas amenazas? Ante tales preguntas, uno respira... siente como fluye el aire en sus pulmones, entorna los ojos y espera. Al poco, un lúcido sosiego llega y nos abraza.Pero todos intuyen que el amor es una opción de lo Profundo que llegó en alguna noche estrellada en la que uno decidió mirar y... de pronto, sintió que la elección estaba consumada".
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