El cristal despedazado es otra vez la copa vieja.
El ave lateral vuela hacia atrás y es el gorrión que era.
El agua se levanta y en la ceniza gris hay llamas.
El cielo desnublado recupera la lluvia,
Y el muerto se intercala en el mundo por la grieta
que trazó un descuidado.
La mano desclava el oxidado puñal
y César es.
Recuperados por el pasado, los libros regresan a Alejandría.
Es la absolución pretérita,
la de Caín milagrosamente puro otra vez
por la magia de la piedra que vuelve,
de la frente ya íntegra de Abel resucitado.
También el desamor, el agrio desamor de triza
y me quieres de nuevo.
Libro: “El sueño de Dante”, de Daniel Herrendorf
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