Dios de los vivos, dame la gracia y el coraje
de nunca renunciar o volverme pasivo,
ni ante la vida ni ante los acontecimientos,
ni ante los desalientos temporales,
ni aún ante mi muerte.
Dame en cambio el coraje
de transformar todo,
a ejemplo de tu Hijo Jesús,
en gesto de libertad, en acto de vida,
en ofrenda de amor.
Del libro "Preparando el adiós, Cómo enfrentar dignamente el fin de la vida", Cap. 1, Enfrentar: Invitación al viaje
de Jean Monbourquette y Denise Lussier - Russell
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