Y vuelvo a caer…
Y vuelvo a sentir el dolor
de la traición anticipada.
Del dolor que penetra.
Suave brisa de primavera.
Cálida templanza de sueños.
Rugir de latidos continuos
que tornan frágil el alma.
Todo se calma.
Quietud inquietante,
tensa espera.
Y se delata, y se siente,
no hay dudas, no hay consuelo.
La daga dio en el centro.
Rasgó el alma, destruyó sueños.
La daga soltó la sangre vibrante,
La dejó ir, le donó al mar,
al mar azul, ese que se lleva
los tesoros del alma.
Y se ve ir, parte, se aleja…
Y se ve ir, se reparte, me aleja…
ESTAS DOLIDA.
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